Cuando comencé este diario digital tenía la certeza de que iba por el camino exacto de la rehabilitación. Pero recaí, como siempre, aunque el motivo siga intacto. Debo decir que fue una buena decisión. Cuando terminé con Dani sabía, del mismo modo, que era un paso fundamental. Ya no podía mantener ese círculo de culpa, o doble vida, como sea, donde me enajenaba fumando y después, cuando compartíamos con ella y amigos me hacía el cartucho y terminaba mirándola feo porque no podía tomar y ella de bruja ante todos por no dejarme ser. Pero no era de ninguna de las dos formas. Estar en esa posición no permite absolutamente nada. Creo que a muchos les debe suceder en otros ámbitos, en otras adicciones y en otros tiempos. En estas estrofas de la sección “Canadá” del poemario “Literraturri”, que escribí durante 2005-06, me parece que anticipaba este estado : “Tieso como filo de navaja, / predican mis voces por las esquinas,/ y en el centro,/ me reconozco y preciso abrazarme /para ser uno otra vez,/ y buscar tu mano/ que has ofrecido una y mil veces,/y ser dos, y uno otra vez. / Pero caigo, y no puedo quejarme / haciendo de todo otra tragedia / que con la poderosa atracción de los sentidos/ he consumado para reconocer los excesos en mi cuerpo”.
martes, 18 de marzo de 2008
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