Descanso profundamente de mi mismo. En la tv abierta la farandulización de la farándula estrangula mis ojos que han sabido cabalgar por esas soledades que observan desde otros sitios mi propia soledad. Pero no dejo de ver. Mi vecino ha cenado pasta después de almorzar transeúntes y como el vértigo del hambre marca las horas del día, ha decidido buscarme para cenar a algún transeúnte desprevenido para quizá almorzar mañana justo en medio de mi asco. Los profetas habrán de ver los escupos en el suelo,verdaderas lágrimas de asfalto, duras y serias como los postes en las esquinas con sus reflejos humanos,despojados de todo gesto, humillados en su arco triste. Pase un colectivo o dios, es lo mismo,el paraíso lo ganamos a fuerza de quietud, no es cámara lenta sino el eterno retorno del fuego al quemar la pasta.
lunes, 14 de abril de 2008
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