Mi primer paso, y mi primer error para rehabilitarme, será decir: “no soy como cualquier adicto”. Tengo esperanzas y sueños pero una idea fija: fumar pasta. Aunque, debo decirlo, ahora que veo el cielo de tierra que me cubre me ha dado miedo y pienso desechar esa visión para explicarme el ciclo de hechos que me llevaron a esta rara escena. Ha llegado mi amigo y compañero de casa, El Negro, y me ha visto tendido en el suelo, transpirando a mares por la angustia. Tengo la pipa en la boca y la boca está rodeada en sus comisuras por una línea negra y seca. El alma de mi vicio hecha carne. Le digo, paranoico: “tranquilo, calladito mejor”. Él hace un gesto típico que me dice: “está mal este hueón”, esboza una risa y va a su pieza. Luego vuelve y concluye, esta vez en voz alta: “te falta el piso de tierra nomás”.
jueves, 11 de octubre de 2007
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